Flujo de trabajo

Comité de ética
Flujo de trabajo del Comité de Ética para emitir el dictamen de un proyecto

La secuencia de pasos que se atraviesan para obtener un dictamen del Comité de Ética del Programa de Maestría y Doctorado es un proceso que comprende una serie de etapas que abarcan desde la identificación de las tareas que se deben realizar, la manera de estructurarlas, el orden en que deben realizarse, cómo se deben sincronizar y cómo fluirá la información entre el comité y el solicitante hasta obtener el dictamen final.

Procesos del flujo de trabajo

El flujo de trabajo que sigue el Comité de Ética para dictaminar un proyecto de investigación, como todo sistema discreto es un proceso constituido por un conjunto de tareas que son responsabilidad del mismo comité como del solicitante. En la siguiente figura se muestra el proceso con sus etapas, así como las tareas responsabilidad del Comité de Ética y del solicitante. LO DE DIAGRAMAS DE PETRI

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La dinámica en la que opera el Comité de Ética es asignar a tres de sus integrantes el proyecto de investigación para evaluar su apego a las normas éticas internacionales, disciplinares y institucionales que rigen a los estudios con humanos o con animales, según sea el caso.

Como se puede ver en la figura el proceso consta de dos rondas, Si el proyecto recibe el dictamen favorable por los tres evaluadores que se les asignó, se entrega el certificado correspondiente de apegarse a las normas éticas de la investigación con humanos o animales, dependiendo del tipo de seres en los que se llevará a cabo el estudio y finaliza el proceso de dictamen.

En caso de que alguno de los evaluadores emita un fallo desfavorable se activa la segunda ronda, como se observa en la bifurcación del diagrama de Petri de la figura.  En el dictamen se incluyen los comentarios hechos por los evaluadores y las razones por la que se emitió un fallo desfavorable.

se activa la segunda ronda  investigación

que sigue de evaluación Los miembros de la comunidad universitaria tienen derecho a defender su pensamiento, a que se reconozcan y acepten sus diferencias; a disentir de la mayoría y a buscar su propia identidad dentro del crisol múltiple de la Universidad, pues en ella pueden convivir y converger corrientes de pensamiento, teorías y paradigmas prácticos, técnicos y científicos, así como tradiciones culturales, creencias e ideologías sociales o políticas. Por ello, no tienen cabida en su seno las expresiones discriminatorias o que hagan una apología de la violencia o de la intolerancia, ni actos impositivos que impidan o contravengan los propósitos inherentes a la vida universitaria. La convivencia armónica y la solidaridad entre los universitarios exigen prevenir cualquier manifestación violenta. En consecuencia, es deber y responsabilidad de todos mantener relaciones pacíficas, procurar el diálogo equitativo y respetuoso como un mecanismo para superar los diferendos, y evitar el ejercicio de la violencia.

Para poder desarrollarse en igualdad de derechosen la Universidad nadie puede ser discriminado porsu origen nacional o étnico, sus opiniones, género, orientación o preferencia sexual, religión, edad, estado civil, condición social, laboral o de salud, discapacidades o cualquier otro motivo que atente contra la dignidad humana.

La libertad de pensamiento y de expresión son principios fundamentales protegidos y garantizados por la Universidad. Todos los miembros de la comunidad universitaria tienen el derecho de pensar libremente y de expresarse respetando los derechos de terceros que establece la Legislación Universitaria. Al mismo tiempo, todos los miembros se comprometen a dirimir las diferencias de opinión y de pensamiento por medio del diálogo y del consenso argumentado.

El respeto es un principio fundamental para la convivencia universitaria que conlleva el imperativo de la tolerancia. Ello supone el reconocimiento de la
diversidad, el respeto de las diferencias e impone la obligación de comprender el contexto de pluralidad en el que vivimos y la responsabilidad de aceptar la relatividad de las propias convicciones, prácticas e ideas.

La laicidad es un principio irrenunciable de la Universidad y todos sus miembros se obligan a protegerla y conservarla. El derecho a creer o a no creer en una deidad o religión determinada es un derecho fundamental protegido por dicho principio.

La laicidad se refuerza con la tolerancia y fundamenta la convivencia pacífica, respetuosa y dialogante entre personas que tienen creencias distintas y, en paralelo, exige de los universitarios una aproximación antidogmática y ajena a todo fundamentalismo en el quehacer universitario.